martes, 16 de febrero de 2010

Y hay algo que es imperdonable. El souvenir es una burla de sí mismo. Es un objeto exagerado. Bien chiquito o ridículamente grande. Barnizado con acabado brilloso, atado con cinta bebé, salpicado con brillantina, tallado con una ganzúa. Hasta el más moderno y creativo de los souvenirs tiene que espantar.

1 comentario:

margarita dijo...

siempre que se precie de tal