jueves, 17 de septiembre de 2009

El triángulo de Bernal

La avenida Calchaqui, el hueso de vaca todavía con sangre y el enano punk. La puerta verde, las mismas baldosas que en la vereda de tu abuela y los árboles. La monja, la tarta de manzanas rojas y el mantel amarillo. El audífono, el grabador digital y la conjuntivitis. La luz, el fotógrafo y la lluvia.

3 comentarios:

Fero Soriano dijo...

Qué bueno que me devuelvas a ese lugar, ese recuerdo:
El triángulo de Bernal, equilátero de la desigualdad, paisaje de mi infancia, caballos flacos en descanso de carrito botellero, arcos oxidados, bolsitas de nylon, esa nieve villera eterna.

(uy, me gusta, lo postearía en mi blog...)

VW dijo...

Postealo, Soriano. Lo mío fue sólo una impresión de un día nublado, bizzarro y laboral.

Fero Soriano dijo...

Tal vez lo haga, VW. Pero no reduzcas tu impresión; como mínimo fue inspiradora.