jueves, 19 de marzo de 2009

Ciudad Jardín

Sol. Baldosas gigantes. Oxígeno. Silencio. Qué bueno empezar el día entre los eucaliptos de Wernicke. Qué bueno el tren. La vieja que está tejiendo para el invierno. La chica que decidió no viajar parada y saca un banquito de lona desplegable de su cartera. El tipo que se muere por fumar. El que se come las uñas. La madre que le da la teta a su bebé. Los afortunados que consiguieron sentarse en la ventana. Ella que no encuentra sus auriculares. El beso de una pareja joven. El tren.

3 comentarios:

Silvina Herrera dijo...

Las calles circulares y laberínticas. Las veredas vacías. Plate. Y el tren que nos lleva en media hora de la calma al caos.

Anónimo dijo...

Se nota que ya no te tenés que tomar el tren todos los días!

Anónimo dijo...

Sí, por suerte es muy diferente a la capital. El solo hecho de no tomar un ascensor para llegar a la calle,los empujones de la gente corriendo y el clamor de los bocinazos.... ya es importante e influye en el ánimo. Ese ánimo que se necesita para enfrentar un nuevo día plagado de expectativas. VIVA EL SILENCIO Y EL VERDE DE ESAS CALLES.