En el kiosco de abajo trabaja P. Siempre, a cualquier hora, uno encuentra a P mirando la calle a través de esa ventanita asediada de chicles.
No hay pruebas de haberlo visto a P en ningún otro lado. Nunca.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario